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Notas sobre Lope de Vega y Jerónima de Burgos: un estado de la cuestión*
MIMMA DE SALVO
UNIVERSITAT DE VALÈNCIA
© 2008 Midesa s.r.l
Para huir de una mujer
no hay tal consejo como tomar
la posta en otra, y, trote o no trote,
huir hasta que diga la voluntad
que ha llegado donde quiere,
y que no quiere lo que quería
Lope de Vega, Epistolario de Lope de Vega Carpio
Jerónima de Burgos fue una actriz que vivió entre finales del siglo XVI y principios del siglo XVII y que ha pasado a la historia no tanto por ser la mujer de Pedro de Valdés, uno de los autores de comedias más importantes del Siglo de Oro, sino por ser la amante del más prolífico dramaturgo de aquel siglo: Lope de Vega. A ello contribuyó, esencialmente, la biografía novelada que de la actriz elaboró Agustín González de Amezúa en la Introducción a su edición del Epistolario de Lope de Vega Carpio[1], y que ha completado más recientemente Donald McGrady.
¿Cuál fue el papel que Jerónima de Burgos interpretó en la vida del Fénix de los Ingenios? Objeto de este trabajo será intentar responder a esta pregunta, tratando de perfilar la relación que unió a Jerónima de Burgos con Lope de Vega, y poniendo al día lo que hoy sabemos sobre ésta.
Aunque muchos de los datos de la vida de Lope hoy se conocen por estar reflejados en su obra literaria y sobre todo en su epistolario, no se puede afirmar lo mismo de Jerónima de Burgos, cuya vida privada conocemos, de manera parcial, esencialmente gracias a Lope, el cual dejó en sus cartas y en su obra, empujado por los sentimientos del momento, las huellas de esa relación personal y profesional que le unió con la actriz. Sin embargo, aunque la obra del Fénix representa el testimonio más importante de esta relación, otros testimonios ayudan también a documentarla. Aparte de los estudios que hasta ahora se han realizado sobre esta unión, se tiene en cuenta también el trabajo publicado por Alejandro Gadea y por mí misma sobre la trayectoria profesional de Jerónima de Burgos y de su marido Pedro de Valdés.[2] Por otra parte, un análisis exhaustivo del repertorio de la compañía del este último, en la que Jerónima actuó, nos ha permitido documentar la existencia de una relación profesional entre el dramaturgo, la actriz y su marido que se desarrolló en paralelo al vínculo íntimo que los dos primeros mantuvieron. A la luz de esto, y con el fin de definir dicha relación personal tendremos, por tanto, que volver a leer y a examinar toda la documentación que sobre la vida privada de la actriz se ha conservado, es decir, las cartas de Lope de Vega que el duque de Sessa, mecenas del dramaturgo, recogió en el trascurso de los años y que Amezúa publicó[3] y también todos aquellos testimonios en los que directa o indirectamente se alude a Jerónima.
La primera noticia que asocia a Jerónima de Burgos con Lope de Vega ha de situarse en 1607. Gracias a una partida de bautismo, conservada en la parroquia de San Sebastián de Madrid, sabemos que el 7 de febrero de ese año fue bautizado en ella Lope Fénix (Lopito), hijo de Lope de Vega Carpio y de Micaela de Luján, nacido en enero de ese año. Según esta partida de bautismo, los padrinos fueron Jerónima de Burgos y D. Hurtado de Mendoza. Aunque no tengamos pruebas de que Jerónima y Lope fuesen amantes en estas fechas, Amezúa sitúa los “episodios eróticos de relaciones amorosas” del Fénix con Jerónima, entre los años 1607 y 1608, al interpretar esta partida de bautismo como una prueba de la estrecha amistad que los unía.[4] En 1607 Lope estaba casado con doña Juana de Guardo, y Jerónima de Burgos con Pedro de Valdés, con quien se había casado desde muy joven, y con el cual, respetando la normativa de la época, trabajaba, acompañándolo en calidad de mujer y de actriz en las distintas compañías que los iban contratando o que, en más de una ocasión, Valdés ya dirigía con otros autores.
Si el vínculo entre Jerónima y Lope de Vega iba más de la relación profesional del poeta con la agrupación de Valdés y su esposa, es algo que ciertamente los documentos no aclaran. Si la presencia de Micaela de Luján, amante también del Fénix, se difumina, como es sabido, en la vida del dramaturgo después del nacimiento de Lopito, lo mismo se puede decir de Jerónima, cuya presencia, aunque indirecta, no se vuelve a detectar en la vida del poeta hasta 1611. Corresponde, de hecho, a este año la primera alusión clara (con la mención directa del nombre y del apellido) que se hace de la actriz en el epistolario del Fénix.
En una carta al de Sessa, que Amezúa data en Madrid, en verano de ese año, Lope se refiere a una representación por parte de las damas de Palacio, comparándolas con Jerónima en tono burlesco: “Yo vengo aora, Señor excmº., de dar la comedia que acabé para las Geronimas de Burgos de Palaçio”. Aunque no se pueda asegurar que Jerónima permaneciera en Madrid durante el verano, sí sabemos que se encontraba en esta ciudad en febrero, trabajando junto con Valdés, en la compañía de Baltasar de Pinedo, en que ambos ya trabajaban desde el año anterior. En 1613 Pedro de Valdés, ya autor de comedias nombrado por Su Majestad, y eximido de sus compromisos anteriores con Baltasar de Pinedo, firmaba varias escrituras para representar con su nueva agrupación.
Suponemos que Jerónima de Burgos acompañó a su marido en esa nueva etapa profesional. Así sabemos de su presencia, en septiembre de ese mismo año, en Segovia con ocasión de las fiestas por el traslado de la imagen de Nuestra Señora de Fuencisla a las que acudió el príncipe Felipe III, cuya jornada comprendía también la visita de Lerma y Ventosilla, en donde presenció varias representaciones. A Lope le encargaron una de ellas, que había de ser ejecutada por las propias damas de Palacio, y cuyos ensayos, según Amezúa, se hicieron en Madrid probablemente bajo la dirección del mismo Lope y Valdés, contratado también con toda su compañía para los regocijos segovianos. Ratifica la estancia de Jerónima en el mes de septiembre en Segovia, también una carta de Lope, el cual se hallaba en la ciudad por la misma fecha, con motivo de la mencionada representación. Desde Segovia, el 23 de septiembre de ese año, en una carta al duque de Sessa, el dramaturgo recordaba que había sido huésped de Jerónima: “Yo, Señor, lo he passado bien con mi huespeda Geronima; aqui he visto los señores rondar mi cassa; galanes vienen, pero con menos dinero del que hauiamos menester, sacando al de Cantillana”.[5] Añadiendo al final de la carta: “Geronima estaua presente al escriuir a Vex.ª y me manda le enbie muchos bessamanos: por ser de dama, y tan seruidora de Vex.ª, los enbio”.[6] Amezúa llega a insinuar que Lope pudo regalar entonces a Jerónima, en pago por el hospedaje, el autógrafo de su comedia La dama boba, cuyo último acto está datado en Madrid, el 28 de abril de 1613, o que dicha comedia pudo ser la obra ensayada por las damas de Palacio para representar en Ventosilla, entre las que Jerónima se encargaría del papel de Nise. Pero no existe prueba concluyente de ese supuesto regalo; por otro lado es imposible que La dama boba fuera la obra de “aparato” que, según alusión del propio Lope, se preparaba en Ventosilla.
Por las cartas del dramaturgo, sabemos que el 23 de septiembre se desplazó de Segovia a Lerma y que la estancia en la ciudad se prolongó casi un mes, desde el 24 ó 25 de septiembre hasta el 19 de octubre, transcurrido casi todo en ensayos y preparativos para su comedia que tenía que representarse al aire libre, en el jardín de Ventosilla.[7] El 19 de octubre la Corte se desplazó a Ventosilla, y por otra carta de Lope fechada en dicha ciudad, el 21-22 del mismo mes, sabemos que Jerónima seguía estando con el dramaturgo. Escribía éste al de Sessa: “Perdone Vex.ª la dilaçion desta respuesta; que me halló Gonzalo [lacayo del duque de Sessa] cassi a la messa de la señora Geronima, y me atreui, por parezer galan, a un Prinçipe, y no a una dama, de quien he ohido deçir a Vex.ª mucho bien”.[8]
No sabemos si la comedia al final se representó el miércoles 23 de octubre, como anunciaba Lope al duque, o lo impidió el temporal de lluvia que sobrevino, como comentaba Lope en una carta a su señor en la que le advertía también de su regreso a Madrid por la misma fecha. Amezúa cree que Jerónima dejó Lerma junto con Lope y entre los demás criados de Palacio que regresaban junto a él, pero de nuevo se trata de una suposición. Lope regresaba resuelto al sacerdocio y Jerónima y su cónyuge prestos a cumplir los compromisos pendientes de aquella temporada teatral y a preparar la venidera.
No podemos afirmar con seguridad, pues, que Jerónima regresara junto con el Fénix a Madrid, pero sí podemos sostener que la actriz se encontraba en octubre de ese año en la ciudad y allí debió de permanecer, junto con la agrupación de Valdés, durante todo el mes. Es lo que atestigua la licencia que figura en el manuscrito de La dama boba, concedida en Madrid el 30 de octubre de 1613. En el mismo manuscrito consta un reparto, escrito por Lope, que deja testimonio de los actores que estrenaron la comedia y que formaban parte de la compañía de Pedro de Valdés, entre ellos Jerónima de Burgos que representaría el papel de Nise.
Aunque todas las biografías de Lope de Vega, y las ediciones críticas de La dama boba, al hablar de la comedia, asumen como un hecho la idea de que el dramaturgo escribió esta obra para Jerónima de Burgos, afirmación que se ha fundamentando en la relación que los dos mantuvieron durante muchos años, y que ha llevado a deducir que Lope demostraba su afecto a la actriz asignándole el papel de la intelectual Nise, en realidad no hay prueba de esto y creo más probable que se le asignara dicho papel por motivos más de aptitudes profesionales que de carácter personal.[9]
Entre final de Cuaresma de 1614 y el Corpus, la agrupación de Valdés de la que formaba parte Jerónima, representó en el Mesón de la Fruta de Toledo. Lope también, antes de la Cuaresma, llegó a la ciudad imperial. Desde su regreso de Ventosilla a Madrid había estado preparándose para su próxima ordenación sacerdotal; pero como él pertenecía a la diócesis de Toledo y en su obispado había de hacerse la colación de los grados canónicos que esperaba, una vez que se ordenó de menores a principios de marzo, marchó a Toledo hacia el 12 ó 13 de marzo. Por las cartas que conservamos del dramaturgo, parece que éste fue huésped de Jerónima de Burgos. Desde Toledo, el 15 de marzo, escribía a su mecenas: “Aqui me ha reciuido y apossentado la señora Gerarda con muchas carizias; está mucho menos entretenida y más hermosa. Besa los pies de Vex.ª, y me manda le escriua mil recados; tengalos Vex.ª, Señor, por reçiuidos; que a lo menos al nombre se debe alta veneraçion, en respeto del qual hago yo este capítulo con mucho gusto”.[10]
Cuatro días después, desde Toledo, Lope seguía refiriendo al duque: “…esta persona [Jerónima de Burgos] me ha honrado con su natural condicion, que ya he dicho a Vex.ª muchas vezes quán generosa la tiene: tanto, que estos dias ha hecho buscar una anguilla que presentar al Almirante de Napoles en agradecimiento del apretador […]; en queriendo Tajo, la tendra Vex.ª”.
Y el Tajo servirá, pasados cuatro días, el deseado pez, que el dramaturgo se apresura a enviar a su señor en nombre de Jerónima con estas palabras: “Ella [Jerónima de Burgos] está tan agradezida a la merçed que Vex.ª la haze, que, viendome con cuidado de enviarle una anguilla, me la tomó del pensamiento, y con alguna solicitud halló la que lleba esse criado suyo, en que ay tres cossas: enbiarla yo con el desseo, ella con las obras y los dos con satisfaçion…”.
De todas las cartas escritas en Toledo, se desprende el afecto de Lope en su trato hacia Jerónima o Gerarda, como acostumbraría a llamarla el dramaturgo durante esa estancia, afecto que Amezúa ha interpretado como un cambio en la relación amorosa entre los dos, ya que “el interés, el hechizo” que la caracterizaba, “ha pasado ya”.
Que Jerónima había cuidado de Lope aliviando su ánimo de la melancolía que lo apretaba, lo confirma el mismo dramaturgo, en la carta de Toledo del 23 de marzo:
Mi vida es ésta, y los pasos, de la possada a la yglesia, rezar dos oras, que ya me obligan, y a la noche, hablar vn rato, mientras llega la del sueño, con algún amigo; y porque quien lo niega todo lo confiessa, tanbien me divierto de mis tristezas con la amiga del buen nombre, que ya tiene esto de gusto para Vex.ª, porque no ay cosa que suene a los ohidos de quien ama como el nombre de lo que quiere, aunque sea en sujeto ageno.
Aquella “amiga del buen nombre” era Jerónima de Burgos. El dramaturgo la considera una amiga en sus tristezas toledanas. La llama la “del buen nombre” quizá, según sugiere Amezúa, porque alguna de las amigas del duque se llamaba Gerarda. Así, al apodar a su amiga Gerarda, Lope halagaba a la vez a su señor, ya que ésta tenía para el duque esto de bueno, el nombre, que le recordaría al de su amada aunque perteneciese a “sujeto ageno”, hecho por el cual, como ya había explicado en otra epístola, se le debía alta veneración.[11]
Sin embargo, de las cartas toledanas no sólo se desprende la amistad entre Jerónima y Lope, sino también el alcahueteo que el poeta ejercía entre su mecenas y la actriz, la cual parece mostrarse pesarosa de su pasado desdén hacia el príncipe. Así lo cuenta el dramaturgo al duque en una carta fechada por Amezúa en la primera quincena de abril de 1614, aunque, según creo, sería un poco posterior, de finales de abril o principios de mayo:[12] “Hallaronme las de Vex.º, Señor, indispuesto de vn gran catarro, […] aunque me consolaron y me dieron salud […]. Lehi a Gerarda el capitulo, que le çelebró como cosa escrita de tal yngenio, graçia y gusto, y dixome finalmente que le pessaua de haber sido yngrata en Valladolid con Principe de tan notables meritos”.[13]
Lope no sólo facilitó el intercambio de cortesías y obsequios [la anguilla y el apretador] entre la actriz y el duque, sino que también pensó en la pareja como padrinos en el bautismo de su hija Feliciana, cuyo nacimiento, un año antes, había costado la vida de la madre, Juana de Guardo. A tal fin el 21 de marzo de 1614, el poeta escribía una carta a su mecenas expresando con sus palabras el deseo de Jerónima de participar, junto con el duque, al bautismo: “Esta señora huéspeda […] dessea a Vex.ª todo bien, según me ha significado, desseando ser compadre suyo [del duque] después del Corpus”.[14] Quizá Lope trataba de utilizar el bautismo como instrumento para agasajar a su mecenas, reuniéndolo en la ceremonia con Jerónima, por la que el de Sessa mostraba tan vivo interés.
En las cartas posteriores de primeros y mediados de mayo del mismo año, se seguía tratando del bautismo, y el Fénix informaba al duque de la voluntad rendida de Jerónima de someterse, para dicha ocasión, en todo a la de aquél: “Hubo lugar de tratar con Gerarda el tal bautismo, y hallandose tan indigna, se remitio toda en todo a Vex.ª”.
A principios de mayo, Jerónima había tenido ocasión de agradecer al duque, a través de Lope, el vestido que aquél, a través de su secretario, había prometido enviarle:
Tanbien entra Gerarda en este capitulo, con grandes agradeçimientos del vestido: dexa a Vex.ª ese gusto, porque dize que estimará más del que Vex.ª tiene que toda la seda y oro de Milan y del mundo; que pues Vex.ª le da por su voluntad y generosa condicion, que dé lo más, que es onrrarla de sus colores y de las de Jaçinta: que ella [Jerónima] adivina que no estará sin dama Vex.ª en esos años, con ese talle y tal entendimiento y gusto. Todas esas cosas apruebo yo, sino es el gusto; que ése pudiera probar ella con la salba del nombre.[15]
Sin embargo, el bautismo de Feliciana, previsto para después del Corpus, fue retrasado más veces, y no sólo por los numerosos viajes de Lope y por su estancia en Toledo. La razón principal por la cual se retrasó, y que claramente se desprende de sus cartas, era el deseo del Fénix de que volviera a Madrid Jerónima,[16] para que tuviese en la pila a Feliciana, como ya había hecho en 1607 con su otro hijo. Sin embargo, esto no ocurrió: Lope no había contado con los compromisos teatrales que la actriz y la compañía de su cónyuge tenían contraídos para finales de aquel mes y primera quincena del siguiente. Por lo tanto el Fénix, que en junio había abandonado Toledo para trasladarse a Madrid, acordó, junto con su mecenas y prescindiendo de Jerónima, celebrar el bautismo de Feliciana el 16 de junio, en la iglesia de San Sebastián, siendo padrinos el duque de Sessa y María de Guardo, tía de Feliciana. Probablemente Lope comunicó dicha decisión a Jerónima ya que ésta le escribió una carta, fechada en Madrid, entre el 9 y el 14 de junio, cuyos términos trasladaba aquél a su señor: “Oy he tenido una epistola de la señora Gerarda, muestra sentimiento del bautismo; ya verá Vex.ª el capítulo. No se puede ya passar del lunes: para esse dia esté Vex.ª aduertido”.
Volvemos a tener noticia de Jerónima, en la vida de Lope, en 1615. En Madrid, el 15 de julio de ese año, Lope se quejaba de que su mecenas: “se meta con Valdes [Pedro de Valdés] sobre escritos mios, y que doña Pandorga sea tan ingrata a los diamantes, tan mal dados por mi causa; Dios me lo perdone, que bien sé que merezco por ello hazer penitencia en la Peña”.
A partir de esa carta, y en todas las de ese año, Lope aludía a Jerónima con el apodo de doña Pandorga[17]. Lo que en ella se testimonia es ante todo el hecho de que Lope seguía manteniendo una relación tanto personal como profesional con Jerónima de Burgos y su cónyuge. De hecho, creo que cuando Lope afirma: “Pessame que Vex.ª se meta con Valdés sobre escritos míos”, no sólo se refería a las comedias que escribía o tenía que escribir para la compañía de Pedro de Valdés, sino que de las mismas palabras se desprende un primer indicio de la ruptura laboral entre el dramaturgo, el autor de comedias y su esposa, que será definitiva en verano del mismo año, y se verá reflejada también en la definitiva ruptura de relaciones personales entre Lope y Jerónima. No era ésta la primera vez que Jerónima y Valdés, actuando éste como su emisario, recurrían a “príncipes” para intentar solucionar problemas que afectaban a la buena marcha de su compañía.[18] Y quizá éste había sido el motivo por el que Valdés se había dirigido al duque para tratar de “los escritos” del dramaturgo. Amezúa al interpretar esta epístola, afirma que aunque lo que se refiere a los diamantes es otro misterio indescifrado de la vida amorosa del dramaturgo, confirmaría, sin embargo, las pecadoras relaciones entre este último y la actriz. Pero lo cierto es que el pasaje se presenta tan hermético a la interpretación que resulta difícil sacar conclusiones, más allá de la tensión de la relación entre el poeta y el matrimonio Valdés, que afectaba a la relación profesional (“los escritos” de Lope).
En otra carta, fechada en Madrid, entre 25 y 26 de julio, el dramaturgo atacaba a Jerónima por haberle calumniado en una conversación con el duque:
…Bien quisiera que no huuiera oído Vex.ª tan larga informaçión de disparates a esta ramera […], que bien sé quán tenpladamente dispusiera su ynbencion [de Jerónima], dirigida a ganar el desseo de Vex.ª para su estilo de hurtar con que viue. Mientras Vex.ª estaua hablando con ella, Salbador [de Ochoa] estaua dando vozes, llamandola los nombres que la ennobleçieron desde que pregonaua bizcochos en Valladolid: perdia el tal onbre el juizio de çelos, porque hauia aberiguado que se echaua con [Juan de] San Martin, y prometia no yr con ella a Lisboa; con tantos donayres, vozes y desatinos, que le llegaua más auditorio que ahora tienen [la compañía de Pedro de Valdés] con Don Gil de las calzas verdes, desatinada comedia del Merçenario [Tirso de Molina].
Del contexto de la carta, base de este episodio erótico, se desprende que Sessa fue en busca de la actriz, y ella, por lo que refiere el mismo Lope, irrumpió en una larga información, “engaños, disparates, insolençias, agenas ymaginaciones” sobre él. Y cuando el duque, apartándose de la actriz escribió a Lope mostrando “el disgusto” y la indignación por lo que había oído en aquella charla,[19] el poeta irritado contra quien le atacaba tan en lo vivo y, tomando su pluma, profería contra ella insultos atroces:
Y juntamente el saber que no podía merezer vna tal vil muger crédito alguno en tribunal donde las ynfamias de su vida y la suçiedad de sus costumbres hauia de ser abominable a los ojos y cansada a los ohidos de vn prinçipe, cuya prudençia pasaria como el sol por el lodo de sus engaños y palabras, mayormente concurriendo tres cosas que hazian seguro este juiçio: la vileza del fiscal de la causa, la prudencia del juez, y la verdad del acusado; y aqui, no sin correrme mucho, escriuo a Vex.ª estas satisffaçiones, porque quien supiese que yo las doy de tal acusador y a tal juez, no ay duda sino que pondria ynfinita culpa, assi de gastar el tiempo en abonarme como en cansar el claro entendimiento de Vex.ª.
Y Lope, deseoso de atraer al duque a su causa, habrá de recordarle, en la misma epístola, los tiempos en que él, Sessa, pretendió también a la actriz, atribuyendo la repulsa de ésta a la astucia y habilidades femeninas, como un ardid para encenderle más:
La [calzas] que ella tiene no las ha negado a Vex.ª más que para que se le açercase, fiando de su oratoria y labia, que le costarian lo que a otros que con las velillas de los pañitos ha enloquezido; pero assi Dios guarde muchos años a Vex.ª, y por vida del Conde mi Señor, que no las quiera tan apasionadamente, pues ellos, como ya se conoze de esse papel, vendran atadas las manos a seruirle.
Y se apresuraba a advertirle de que tal mujer había de tratar de sujetarle a su voluntad con hechicerías y conjuros, lo mismo que, según decía Lope, había tratado de hacer con muchos y con él:
Con todo esto, me diga Vex.ª si fue prebenido de reliquias para hablarla, y si la oyó deçir entre dientes algunas palabras luego que la vio mirarla, que es con lo que dizen que encanta los que la miran; que bien ymagino que, ydo Vex.ª, se conjuraria el pellejo del mono que tiene entre sus vestidos para estas ocasiones, y se rebolberian los pucheros de Heredia con que andauamos al rededor como arcaduzes de noria çiertos amantes a vn tiempo; pues hauiendo yo dormido con ella; entró don Tomasillo al amanezer y estuvo asta las ocho: y desde esta ora asta las onze, el Regidor Hurtado; y antes de comer remató la danza vn representante: luxuria que no se cuenta de Juana de Villalba….
Al difamar en claras letras a esta mujer, amante a un tiempo de muchos, el Fénix dejaba por primera vez constancia de su relación íntima con la actriz: también él había sido uno de sus muchos amantes. ¿En qué momento había tenido lugar esa relación? Lope no lo explica aunque de sus palabras se desprende que era ya agua pasada. Agua que, sin embargo, continuaba moviendo molino, pues el poeta, tocado en lo más profundo, al haber sido atacado ante su mismo mecenas, se defendía de las acusaciones de su antigua amiga, presentándola a los ojos del duque como un monstruo de lujuria. Lo cierto es que Lope era poco fiable en cuanto a la imparcialidad de sus confesiones y achaques amorosos, sobre todo cuando las cartas en las que se defendía estaban dirigidas a un poderoso mecenas a quien había que aplacar.
Sus posteriores epístolas seguirán reflejando su ruptura con Jerónima. Así en la escrita al de Sessa en Madrid a finales de julio, afirmaba lo siguiente:
Los papeles escriuiré esta tarde porque mi partida [para Avila] no será hasta que cayga bastantemente el sol. En mi ausencia, sólo suplico a Vex.ª tienple y modere la furia conçebida contra essa gente, aunque con tanta razon; porque si bien las ynsolentes palabras de anoche ynçitan el ánimo de Vex.ª, considerando el vino que a tales oras tiene en la bodega de aquella panza doña Pandorga, no será conforme a su grandeza hazer mayor demostraçion que tomarlo como de gente que profesan plazer, alias bufoneria y luxuria, salvo conducto con que passan por el mundo el baxo naçimiento y la infamia.
Una vez más Lope se ensañaba en la descripción de la pareja histriónica: Jerónima gorda, borracha y pesada, doña Pandorga[20]; Valdés, bufón y chocarrero. De nuevo recordaría divertido el desafortunado episodio de julio, al enviar en verano a su señor, la copla en que Luis Vélez de Guevara satirizaba el suceso:
Esta copla de Luis [Vélez de Guevara] a Geronima de Burgos y San Martin su galan me ha dado gusto, y assí, la envío a Vex.ª, como melon bueno, y ruego a Dios me le guarde çien mil años: “Geronima no se escapa / De caduco vuestro humor, / Pues dexais un Salbador / Por un san Martin sin capa, / Mas para saber, en fin, / Si soys puerca, echad vn çerco, / Y sabreis que a cada puerco / Le viene su san Martin.
La presencia en la carta del nombre propio de la actriz, así como la de sus supuestos amantes (Salvador de Ochoa y Juan de San Martín) es una prueba más de que la mujer lujuriosa a la que Lope se refería en la carta de 25-26 de julio, y en general en las de 1615, es Jerónima de Burgos.
Aunque la relación entre la actriz y Lope se rompe de manera evidente y definitiva en 1615, tal como demuestran claramente las cartas de ese año, sin embargo, ya hacia octubre de 1614 la relación entre los dos había empezado a enfriarse, así lo evidencia una carta del Fénix, fechada por aquel entonces: “Sucédame lo que a los muy deuotos, que quando más priuados en las merzedes de Dios, piensan en su baxeza y pecados para no ensoberbezerse; en mi humildad bien podré pensar yo; en mis pecados contra Vex.ª, eso no, aunque doña Gerarda diga que sí, porque mi lealtad está confirmada en gracia y no puede errar”.[21]
En esta carta se pone en evidencia la preocupación de Lope por los problemas que pudiera acarrearle la amistad de su mecenas con Valdés y Jerónima.
Como ya observó McGrady, el enfriamiento de Lope con Jerónima probablemente había tenido que ver con otra mujer, la actriz Lucia de Salcedo, la Loca, futura amante del poeta. El Fénix empezó a proporcionar sus obras al autor Hernán Sánchez de Vargas ya desde abril de 1615, y es probable que por aquella fecha la Loca se encontrara en la compañía de dicho director, y quizá fueran ya amantes, lo que llevaría a Jerónima a tomar venganza contra Lope en los meses de mayo y junio del mismo año. Corresponden de hecho a abril de 1615, según McGrady, la escritura y la venta de comedias (como El galán de la Membrilla o El perro del hortelano) en las que Lope ridiculizaba a Jerónima en sus defectos: su origen judío, y su obesidad “con más carne que un antruejo”, según afirmaría el propio Tirso de Molina en los Cigarrales de Toledo.
La ruptura de relaciones amistosas entre Jerónima y Lope conllevó, por tanto, una paralela ruptura en la relación profesional entre el dramaturgo y Pedro de Valdés. También esta vez (al igual que en 1610 cuando Lope escribe comedias para Valdés en detrimento de Riquelme) Lope comienza a escribir para Hernán Sánchez en perjuicio de la compañía de Valdés, cuyo dramaturgo oficial pasaría a ser Tirso. Probablemente éste fue el motivo fundamental por el que Jerónima había decidido tomar venganza, ya en octubre de 1614, difamando a Lope ante su mecenas: Lope destinaba a otro autor sus obras, circunstancia tanto más seria cuando se considera que Valdés en 1614 era uno de los autores de comedias más afamados de la época y que poco después (en abril de 1615) vería reconocida la calidad de su trabajo al ser nombrado autor de título por decreto real.
La poca disponibilidad del Fénix para seguir escribiendo para Valdés, evidente en la carta de 15 de julio de 1615, creo que ya era patente en otra carta del dramaturgo de fines de abril o primeros de mayo de 1614 cuando éste, refiriéndose a Valdés (y a su agrupación), y casi haciendo un pronóstico de su futuro profesional afirmaba: “coman y hartense, que se ha de seguir terrible quaresma”.
En Toledo, el 9 de junio de 1615, Lope escribía al duque:
Yo, Señor excm.º, llegé aqui huyendo de las ocassiones en que la lengua de vna muger faboreçida infame puede poner vn ombre de mi háuito; y respondiendo tambien a la objeçion taçita de que no se huye bien del peligro açercandose a él […] digo que, siendo como fue testimonio, no le puede correr mi conçiençia, aunque no quede libre mi reputaçión […]. No hay más causa a mis ausenzias que huir la persecuçion de una mugercilla, que escriue aqui me persigan, como lo han hecho, dandome bayas de noche en quadrillas judios desta ciudad con que ella tiene conozimiento […]; y en materia de tal muger no ynporta que Vex.ª haga conçeto de alguna mozedad, pues siendo seglar no fue prodigio, aunque para mí sí lo es que haya en el mundo quien apetezca vna muger, dexando la profesion, tan desatinadamente fea, que en su cara se han vaziado fariseos para las proçesiones, y en su alma neçedades para matar entendimientos.
En esa carta Lope explicaba como la razón de su huida precipitada hacia Toledo, era la difamación de “una mugercilla infame” que McGrady ha identificado con Jerónima de Burgos,[22] quien para vengarse del desvío, profesional y personal del poeta tomaba venganza, en mayo y junio, infamándole para que perdiera el favor de su protector.[23] Aunque Lope, en la segunda mitad de abril, se refugiaba en Toledo para defenderse de las infamias de Jerónima, la actriz continuó persiguiéndole; sirviéndose de la relación que tenía con unos judíos de la ciudad, la actriz escribía para que de noche éstos dieran al poeta “vayas” en cuadrillas, al pie mismo de la casa en que el Fénix se hospedaba. En esa carta, más larga de lo ordinario, Lope defendía su reputación puesta en peligro, ya que por su contenido se desprende que alguien había dicho al duque que él tenía una relación sentimental y por tanto una conducta poco conveniente a su estado eclesiástico. Es lo que evidenciarían, según McGrady, las alusiones que, en la misma epístola, Lope hacía a “la maliçia de aquel buen ombre” (probablemente Pedro de Valdés) y a “la objeción tácita de que no se huye bien del peligro [el amor] acercándose a él”, alusiones claras del falso testimonio y de la preocupación del poeta acerca de su reputación.[24]
Si Lope en junio aún seguía defendiéndose en sus cartas ante su mecenas, y en ellas describía despectivamente a Jerónima, sin embargo, en abril de ese año ya había compuesto El galán de la Membrilla, en donde su venganza hacia la actriz estallaba con más fuerza. Como ya notó Diego Marín, en su edición a esta obra, y ha profundizado McGrady, lo que llevó a Lope a escribir esta comedia fue seguramente el asunto amoroso de la dama incógnita (Jerónima) de quien el poeta hablaba en la carta del 9 de junio antes citada. Si lleva razón McGrady al interpretar el sentido oculto de algunas alusiones contenidas en ella, lo que Jerónima y Valdés recibían de Lope a partir de abril de 1615, por tanto, ya no eran comedias para llevar a la escena, sino alusiones satíricas en obras vendidas por el Fénix a sus competidores.
No menos hirientes que las alusiones de Lope en la comedia, serían las burlas de Góngora quien, en uno de sus sonetos satíricos, hacía un cuadro despectivo de Jerónima (Jeroma) y de su marido, en términos similares a los empleados por Lope en una carta de 1628.
Aunque el soneto de Góngora, “A Valdés auctor de farsa y a su mujer”, no lleva fecha en los manuscritos en donde se conserva, McGrady lo fecha a mediados de 1615.[25] Lo interesante, para nosotros, es que se trata de un testimonio más que atribuye no sólo la decadencia profesional de Jerónima a su decadencia física,[26] de la cual Góngora se burla, sino que éste relaciona la decadencia física de la actriz y de la compañía de su marido, con la ruptura de relaciones profesionales con Lope. Si, según Góngora, el estado de prosperidad de Valdés y de su mujer había sido posible gracias a la “paciencia” consentidora de Valdés, el principal causante de la caída de dicho bienestar era Lope: “Danos gatazos Lope con su sciencia”, parece aludir a las comedias en que el Fénix hacía alusiones satíricas del matrimonio. Sin embargo, hay que subrayar que si Góngora nombraba directamente a Lope como destructor del bienestar del matrimonio, no aludía a su condición de amante de Jerónima. Se refería sólo de una manera anónima a los hombres que acudieron a la “paciencia” de Valdés enriqueciendo al matrimonio, y entre estos supuestos amantes, Lope no figuraba.
Después de aquel tormentoso 1615, la presencia de Jerónima de Burgos en las cartas del Fénix disminuye drásticamente, hasta la última mención que encontramos de ella en 1628. Sin embargo, en 1617 hay en su epistolario una mención a la actriz, aunque esporádica y circunstancial. En ese año Lope, decidido a publicar sus obras, iba reuniendo con su mecenas los manuscritos autógrafos a fin de ofrecerlos como texto impreso en la que más tarde sería la Parte IX, y daba cuenta en una carta al de Sessa, de finales de junio, de que el original de La dama boba estaba en posesión de Jerónima: “En razon de las comedias nunca Vex.ª tubo La dama boba, porque ésta es de Geronima de Burgos, y yo la ymprimi por una copia, firmandola de mi nombre”. Según Amezúa, Lope ni siquiera se preocupaba de hacerse con el autógrafo, prueba de que la enemistad entre los dos perduraba.
A partir de ese momento, Jerónima desaparece por completo, salvo la última mención en marzo de 1628, del epistolario del Fénix. Desaparece de las cartas y probablemente de la vida de Lope. Desaparece Jerónima, La señora Gerarda, la amiga del buen nombre, doña Pandorga, como queramos llamarla o como quiso llamarla Lope durante muchos años, con aquella habitual y personal obsesión de definir con anagramas y apodos, o celando detrás de oportunos nombres poéticos, a las mujeres de su vida. Los nombres que Lope dio a Jerónima son nombres llenos de significado, de aquel significado que el dramaturgo quiso darle a lo largo de los años. Aquellos apelativos reflejaban las distintas significaciones que, en momentos distintos, tuvo la mujer en la vida del poeta. La señora Gerarda había acompañado a Lope por los regocijos segovianos, la amiga del buen nombre, lo había acogido como tal durante el período toledano, y finalmente doña Pandorga de quien Lope se había alejado durante la estancia madrileña. No volverá a aparecer más ni la actriz, ni la mujer. También en 1628, cuando el tiempo debería de haber atenuado los viejos rencores y los antiguos resentimientos, Lope, con su carácter extremado, y apasionado en sus amores como en sus odios, no podrá evitar recordar a la actriz en estos términos:
El háuito de la bendita Geronima no es exemplo de la Fortuna, sino de la comedia; y la zeniza que ahora trahe, del oro quemado de sus vestidos; pensando estoy lo que pareciera aquella nariz sobre picote y aquella panza con escapulario. Vi una vez dos locos, que el uno texia vna estera, y el otro se la yba desaziendo. Assí fueron Geronima y su marido, pues cuanto ella adquiria con los prinçipes, perdia él con los tahures. Consolarse debe con que le ha quedado sana la campanilla, después de tantos badaxos; que con menos golpes se les ha caydo a otras hasta la torre ençima. El dia del juiçio dizen que seremos todos de treynta y tres años. Dios nos los dexe con salud, para que siquiera nos acordemos de lo que fuimos….
Con esta epístola Lope cerraba definitivamente la relación epistolar que sobre Jerónima tenía con el duque de Sessa, y lo hacía, una vez más, con un comentario sarcástico. Recordaba a la actriz en franca decadencia respecto a su pasado marcado por el lujo “adquirido con los príncipes” y la belleza. De aquel pasado, destrozado por los cambios de la Fortuna, no quedaba más que el recuerdo, la “zeniza”, testimonio de lo que fue. A Jerónima ya no la caracterizaba su belleza, medio para garantizar a Valdés la posibilidad de “perderse en los tahures”. Jerónima de Burgos vestía ahora vestidos de “picote”[27] y Lope se mofaba pensando en lo ridícula que podía parecer la mujer, sobre todo ahora que a su antigua belleza sustituía una incomoda “panza con escapulario”.
¿Por qué pasados más de diez años de la última mención de Jerónima en sus cartas, Lope se refería a ella con tanta crueldad? ¿Podía una mujer que sólo había sido amiga convertirse en tan terrible enemiga?
En realidad, la crueldad de Lope haría pensar que detrás de este sentimiento se escondía, ahora con signo negativo, una antigua pasión: cuanto más la había amado tanto ahora la aborrecía o, lo que es más probable, cuanto más ella lo había difamado en aquellos años, tanto más persistía la venganza del poeta con los años. Eso explicaría también porque al cabo de tanto tiempo, el Fénix volvió a recordarla, en términos negativos, también en su producción literaria, espacio privilegiado para volcar y celar detrás de los versos y los nombres de los personajes de sus comedias, los sentimientos de su ánimo y los personajes femeninos que lo habían agitado. Así, en 1632, cuando escribió la última versión de La Dorotea, introdujo en ella el personaje de Gerarda que, como justamente observó Edwin Morby, no guarda con Jerónima de Burgos (o Gerarda o Señora Gerarda) una simple coincidencia de nombre. Otras alusiones que en la obra pueden referirse a Jerónima de Burgos, avalan la posibilidad de que haya una identificación intencional entre Jerónima y el personaje de Gerarda, que de la primera representaría un retrato caricaturesco.
Así, según Morby, en la escena VI del acto II, a través del recuerdo nostálgico que Gerarda hace de su pasado, Lope volvía a dibujar, al igual que en la carta de 1628, de manera firme y detallada los vicios pasados de la actriz, así como la paciencia consentidora de su cónyuge. Una vez más Lope, en pocos compases, trazaba magistralmente la trayectoria de la mujer y de la actriz, aunque “el planctus de Gerarda” no pareció generar en él ninguna catarsis.
Si por el contenido de las cartas de Lope se puede detectar, por lo tanto, la relación personal que el Fénix mantuvo con la actriz, de las mismas no se puede determinar, con certeza, el grado, la duración, o la intensidad de la misma. El hecho de que Lope quisiera que la actriz apadrinara a sus dos hijos es significativo, que la difamara y se vengara de ella, después de tantos años, también. Aunque Lope afirmó claramente en las cartas e indirectamente en su obra haber sido su amante, sin embargo, siempre hay que considerar las circunstancias en que escribió dichas afirmaciones y los sentimientos que le empujaron a la hora de escribir, circunstancias y sentimientos que relativizan mucho sus afirmaciones.
Si en algún momento Jerónima llegó a ser amante de Lope, creo que tan sólo fue “una amante pasajera”, que vistió más veces los paños de la amiga y que se sirvió de la relación personal con el Fénix, para contribuir con ella a levantar y mantener el negocio artístico del que su marido era titular. Cuando el dramaturgo empezó a destinar a otra sus obras y sus sentimientos, la relación entre los dos cambió: y la antigua amiga, no pudo más que vestir, en el reparto personal y profesional del Fénix, los paños de la enemiga.
Bibliografía completa
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* Este artículo fue publicado en 2003 en Homenaje a Luis Quirante, Cuadernos de Filología, Anejo L, 2 vols., tomo I. La versión en línea que aquí presentamos ha sido revisada (© 2008 Midesa s.r.l.).
[1] Para los datos completos de esta obra remito a la bibliografía final, en la que se incluye un listado de las fuentes que han orientado teórica y documentalmente el presente trabajo.
[2] “Jerónima de Burgos y Pedro de Valdés: biografía de un matrimonio de representantes en la España del Seiscientos”, diablotexto, 4-5 (1997-1998), pp. 143-75.
[3] En el Apéndice “Cartas de Lope de Vega en las que hace referencia a Jerónima de Burgos” ofrecemos las cartas en las que el dramaturgo hace referencia a la actriz.
[4] Según Amezúa “siguiendo su práctica de siempre, Lope asocia a su amante su vida familiar, sin el más mínimo escrúpulo”.
[5] Según Amezúa esta frase del Fénix es “un tanto cínica y muestra cómo la hermosa cómica seguía valorando sus favores y distinguiendo de pretendientes”.
[6] Al referirse a esta estancia segoviana, José Sánchez Arjona afirma que Lope alcanzó de Jerónima “favores que antes y en Valladolid había negado al duque de Sessa”, aunque, en realidad, no existe el menor indicio de ello.
[7] Escribía Lope a su mecenas aquel 23 de septiembre: “Pense escriuir a Vex.ª con espaçio y con gusto y entrambas cossas me faltan, porque me mandan partir a Lerma en un coche de algunos criados…”. Amezúa presume que Jerónima iba con el dramaturgo de Segovia a Lerma en el coche de la servidumbre de Palacio, aunque no existe el menor indicio de ello.
[8] Según Amezúa, Jerónima alojaba a Lope consigo o seguía solícita cuidando de su persona.
[9] Para la identificación completa del reparto de la comedia, cuyo autógrafo se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid y sobre su primer estreno, remito a mi artículo “Sobre el reparto de La dama boba de Lope de Vega”, Voz y letra, XI/1 (2000), pp. 69-91.
[10] En otra carta de Toledo de finales de abril o primeros de mayo de 1614, Lope vuelve a alabar la hermosura de “Gerarda”: delante de la cual “se han caydo de sus colunas todos los demas ydolos”.
[11] En otra carta de Toledo de mediados de mayo de 1614, Lope no sólo se refiere a Jerónima llamándola Gerarda, sino que hablando al duque de ella dice: “gastó un rato en alabarme a Vex.ª, y yo me entretube en oyrla como si fuera la de su nombre”.
[12] Se puede fechar esta carta a finales de abril o principios de mayo, por un episodio al que en ella se refiere el mismo Lope, es decir al hecho de que dos alguaciles sacaran de Toledo a Isabel Ana, actriz de la agrupación de Valdés, para sustituir en la compañía de Baltasar de Pinedo, durante la fiesta del Corpus de Madrid, a la actriz María de los Ángeles; pues no es hasta el 14 de mayo cuando el Ayuntamiento de Madrid, atendiendo a las quejas de Pinedo, acuerda que se le dé al autor una ayuda de costa “para el gasto y daño, que se le ha seguido por auer mandado a Maria de los Angeles y Mariana de Erbias no representen en su compañía y auersela deshecho, y auer de hacerla ahora de nuevo para la fiesta del Santisimo Sacramento que tiene a su cargo”.
[13] La ingratitud de la actriz permite a Amezúa situar el episodio al que Lope ser refiere en su carta a 1605, año en el que, según el testimonio de Pinheiro da Veiga, Jerónima se encontraba representando en la Casa de las Comedias de Valladolid. En otra carta, de finales de julio de 1615, Lope vuelve a aludir al rechazo de la actriz hacia el duque.
[14] En otra carta del 23 de marzo Lope repite el mismo concepto y dice al duque: “Y se acuerde de que ha de ser conpadre suyo despues del Corpus”.
[15] Una vez más, Lope hacía alusión al nombre de Gerarda, compartiendo con el duque la ambigüedad que dicho nombre producía.
[16] “Pero consuelase —decía Lope al duque en la carta de Toledo de mediados de mayo— con prometerse la buelta [de Jerónima a Madrid]”.
[17] A este propósito cabe conjeturarse, según ya hizo Victor Dixon, si el apodo de “doña Pandorga se le pegó a la actriz después de haberle dirigido Turín (en su papel de Nise) las siguientes preguntas: “¿Eres Circe? ¿Eres Pandorga?/ ¿Cuál de aquestas cosas eres, / que no estoy bien en historias?”.
[18] Con una carta fechada en Valladolid, el 14 de marzo de 1612 (la única que de Jerónima de Burgos conocemos), entregada por Valdés a Diego Sarmiento de Acuña, la actriz acudía al conde de Gondomar para que éste intercediera por ella a fin de obtener la licencia para que la compañía de Baltasar de Pinedo, en la que el matrimonio trabajaba, representara en la ciudad. Ni será la primera vez que Lope discutirá con el duque porque éste usaba su influencia en el poeta para que él destinara sus obras a la persona por el duque indicada (tal como consta en una carta de Lope al duque, fechada en Madrid, entre 15-20 de diciembre de 1615).
[19] Según conjetura Amezúa, el encuentro entre el duque y Jerónima pudo ocurrir a mediados o casi a fines de julio.
[20] Con el término “pandorga” se podía “llamar […] en estilo festivo y familiar” en la época a “la muger mui gorda, pesada, dexada y floxa en sus acciones”.
[21] Aunque Amezúa fecha esa carta en octubre de 1614, desconoce si Lope la escribió en Toledo o en Madrid. McGrady, con quien coincido, identificó a la “Gerarda” que aparece en la carta con Jerónima de Burgos.
[22] McGrady corrigiendo a Diego Marín y de paso a Agustín González de Amezúa al que el primero sigue, fecha la huida de Lope de Madrid hacia Toledo, a la que se refiere el poeta en esta carta, hacia la segunda mitad de abril de ese año.
[23] En otra carta, fechada en Toledo, a mediados de junio de ese año, según sugiere Amezúa, Lope afirmaba: “A ffe de saçerdote y de montañés que si llego a Madrid, que ha de saber Vex.ª qué origen tiene el huir yo de mi cassa…”, y seguía defendiendo su posición frente al duque y justificando su fragilidad humana: “carne tengo yo, Señor excm.º, si bien de dias a esta parte no la exerçito; y […] todos son ygualmente lasciuos, que solo está en saberlo encubrir uno más que otros…”.
[24] Una carta fechada en Toledo, hacia el 8-9 de mayo de 1615, parece indicar, de hecho, que el duque creía que el dramaturgo tenía una relación sentimental.
[25] Amezúa, en cambio, cree que es de 1625-1626.
[26] Dirá en el mismo Jeroma: “Yo he engordado”, afirmación que no sólo corresponde a la nueva imagen de Jerónima en esos años sino que fue, según creo, una de las razones por las que Lope la apodó doña Pandorga.
[27] Es decir de “tela aspera y basta que se fabrica de pelos de cabra”. Probablemente el dramaturgo alude también a una vida más casta, más retirada, menos mundana de la actriz; una elección obligada dada su actual obesidad, por la que ya no ejercía el mismo atractivo que en el pasado, lo cual, según creo, justifica el empleo de las palabras “hábito”, “bendita”, zeniza” (en la época “vestirse de ceniza” significaba “hacer penitencia de sus pecados”), “escapulario” (es decir: “como una estofa muy ancha, que pende por delante y por detrás, y en medio tiene una abertúra en redondo capaz para que por ella pueda entrar la cabeza: y desta forma son los escapularios que visten muchos religiosos, como por ejemplo los Trinitarios”), “picote” (que “se toma asimismo por lo mismo que saco). Según Amezúa, en cambio, el soneto de Góngora es indicio de que en 1628 Jerónima había vestido el hábito de alguna cofradía.